Entrevista a la directora de Greenpeace en España
El movimiento ecologista en España vive en estos momentos un intenso y a veces acalorado debate sobre las renovables. Tras años de bloqueo de la implantación de estas energías, el país vive una explosión de parques solares y eólicos. Preocupan los impactos que pueda haber en las zonas en las que se ubican plazas y molinos, que a su vez son imprescindibles para la lucha contra el cambio climático. Greenpeace lleva muchos años reclamando una rápida expansión de las energías limpias. Y a Eva Saldaña (Madrid, 43 años), la nueva directora ejecutiva de Greenpeace España, le preocupan ahora las moratorias que algunos grupos políticos y ONG están reclamando en algunas comunidades autónomas. Eso sí, pide al Gobierno que aplique una buena planificación para que no se dañe la biodiversidad y que las zonas rurales salgan beneficiadas de este proceso.
Pregunta. ¿Está encarrilado el mundo ahora mismo hacia el cumplimiento del Acuerdo de París?
Respuesta. Los científicos nos dicen: tenemos una década para cambiar de rumbo y ya nos hemos comido un año de esa década. Tímidamente se está avanzando, se ven señales muy interesantes. Por ejemplo, ahora con Joe Biden y el giro en la política de EE UU, aunque todavía tenemos que ver hacia dónde va. Nuestro Gobierno empieza a aplicar cosas que eran inesperadas con el anterior. Están ahí, pero son muy tímidas e insuficientes para lo que se necesita. De hecho, la ley de cambio climático sale con un objetivo de recorte de emisiones del 23% en 2030 frente al 55% que se necesitaría.
P. ¿El ritmo de implantación de las renovables en España es el suficiente?
R. Pensamos que siempre hay que ir más rápido. Pero ahora hay un conflicto entre el territorio y las renovables, y el Gobierno tiene que hacer una apuesta muy fuerte por la planificación. Pensamos que no puede haber ahora moratorias a las renovables, estamos en el impulso inicial y lo más importante es que se haga una buena planificación y que esto no suponga que haya un daño para la biodiversidad. También se debe trabajar con los agentes locales para que esto repercuta en el territorio y que, sobre todo, esté distribuido. No se puede quedar el oligopolio eléctrico con este desarrollo, aunque vayan a ser necesarios parques grandes, parques medianos y parques pequeños. Hay que estar atentos, pero el ritmo tiene que ser rápido; si no, no vamos a llegar.
P. Ustedes que llevan tantos años pidiendo que se acelere la implantación de las renovables, ¿qué piensan cuando escuchan hablar de esas moratorias?
R. Sentimos preocupación. Está claro que no se puede avanzar en esto dañando la biodiversidad y vamos a difundir muy pronto una guía con criterios para que haya unas claves para todo el desarrollo renovable. Pero no se puede parar. Hay que hacer mucha pedagogía y entender al territorio. Es importante que haya una revitalización del mundo rural, que se diseñe muy bien todo lo que se haga. El mundo rural va a desempeñar un papel muy importante en la protección de la biodiversidad y en la lucha contra el cambio climático y ahora está totalmente olvidado. Es importante que todo el desarrollo renovable repercuta en el territorio. No puede ocurrir que llegue una gran empresa y colonice todos los recursos.
“Es importante que todo el desarrollo renovable repercuta en el territorio”
P. ¿Teme que se pueda producir un cisma en el mundo ecologista por este asunto entre aquellos más centrados en la biodiversidad y los más enfocados en la lucha contra el cambio climático?
R. No creo, creo que vamos a llegar a acuerdos. Pero necesitamos también tiempo para ubicarnos. De repente, hemos pasado de un bloqueo absoluto a las renovables a una apuesta desenfrenada. Es cuestión de sentarnos a hablar. Y, de hecho, ya lo estamos haciendo las grandes organizaciones.
P. ¿Están teniendo ya ese debate?
R. Sí, se está teniendo para llegar a acuerdos sobre dónde están los límites. Estamos de acuerdo en proteger la biodiversidad y en revitalizar el mundo rural con esto. Porque al final no puede ser que las ciudades sigan siendo sumidero de energía, foco de contaminación y creando afecciones a este mundo rural que nos da tantos beneficios a todas. Es cuestión de tiempo que se lleguen a acuerdos. Ya hay organizaciones locales, en Teruel, por ejemplo, que tienen nuestros mismos argumentos. Dicen: “Entendemos que esto tiene que suceder, pero vamos a hacer una buena distribución, vamos a ver cómo podemos estar implicados y participando en los planes de desarrollo y ver cómo esto repercute a nivel local”.
P. ¿Qué le parece la nueva ley que tramita el Gobierno para atajar con los llamados “beneficios caídos del cielo” de las eléctricas?
R. Vamos a ver en qué queda. Me consta que el Gobierno está teniendo muchas tensiones con las eléctricas. Creo que es muy importante que esto se aborde y aquí afectará más a la nuclear y la hidráulica, que tienen todo amortizado. El oligopolio eléctrico tiene que desaparecer, es fundamental para esta transición. Tenemos que ir a un sistema totalmente democratizado.
P. El problema es que las grandes infraestructuras energéticas son muy intensivas en capital; se necesitan grandes inversiones. ¿Cómo se puede solucionar eso?
R. Esas grandes infraestructuras van a ser necesarias; de hecho, lo son. La cuestión es cuánto. Cuánto se destina a ese tipo de infraestructuras y cuánto se puede diversificar hacia empresas pequeñas, pymes, proyectos más autónomos, de economías social y solidaria. Igual que el problema en la ley de cambio climático es de ritmo, en este caso es de cantidad.
P. ¿Se puede cumplir con el Acuerdo de París y descarbonizar la economía sin la energía nuclear, que no emite CO₂?
R. Por supuesto. En 2007 ya lo demostramos cuando hablábamos de un sistema 100% renovable y tiene que ocurrir. La nuclear no es necesaria, es una energía muy peligrosa y podemos ir a un sistema 100% renovable, eficiente, inteligente, inclusivo y democrático. No tenemos por qué seguir teniendo esta deuda de residuos radiactivos que no sabemos qué hacer con ellos.
P. ¿Volverá el activismo de los jóvenes a la calle o fue una moda pasajera?
R. Estoy convencida de que va a volver. La politóloga Rebecca Solnit dice que siempre después de cada crisis suele haber un estallido, un momento en el que la ciudadanía vuelve a emerger. Ocurrió cuando la crisis de 2008 y el 15-M y va a volver a suceder, y en este caso va a estar muy centrado en todo el tema ambiental.
“La sentencia de Shell es un hito histórico que marca un precedente”
P. ¿Qué importancia tiene la reciente sentencia de Shell?
R. Es un hito histórico que marca un precedente. Lo que viene a decir la sentencia es que hay una serie de culpables y se les puede obligar a cambiar sus planes y que se les marquen unas pautas. Y nos da la oportunidad de señalar a todas las demás petroleras y generar más litigios climáticos ganadores.
P. ¿Y, en España, con un sistema judicial tan diferente al holandés, sería posible algo similar?
R. Es más complicado, pero lo vamos a intentar. Creo que cuando hay precedentes así hay más posibilidades de empujar más fuerte.
P. Hace unos meses se generó algo de polémica por una comercializadora de energía de la rama alemana de Greenpeace que vende, entre otras cosas, gas natural, un combustible de origen fósil. ¿Qué le parece?
R. Greenpeace es una cosa y Greenpeace Energy es otra cosa. Greenpeace Energy es una cooperativa que funciona con criterios de Greenpeace. Cuando esto se hizo era un momento importante en el que Greenpeace estaba intentando demostrar cómo se podía hacer un cambio sistémico y energético y nos parecía ideal que se creara una cooperativa así. Un poco más tarde ha ocurrido en España lo mismo con las cooperativas de gente que invierte en renovables. En el momento inicial, en 2010, se veía que el gas renovable podía jugar un papel importante. Pero creo que esto ha avanzado ya y que Greenpeace por un lado y la comercializadora por otro son conscientes de que esto ya se puede abandonar y ahora se está hablando internacionalmente de este asunto. Aunque no está ahora mismo aprobado, eso se va a eliminar. Ahora mismo ya no tiene sentido que el gas siga ahí. Igual que en unos años quizás no tenga sentido el hidrógeno verde.